Bharatanatyam, danza clásica antigua

India, Thekkady. 17 de febrero 2020. Post 19

Finalmente salimos rumbo Thekkady. Tenía muy frescas en mi mente las imágenes del templo que habíamos visitado más temprano ese día. También tenía frescas las imágenes del templo del día anterior. Espectaculares ambos y sin embargo muy distintos. 

El templo de Meenakshi iba a quedar en mi recuerdo como el más lujoso, el más decorado, el más alegre de los que habíamos visitado. No tenía idea de porqué esto era así, pero me gustó pensar que era el toque femenino, después de todo estaba dedicado a una diosa. Todos los otros templos que habíamos visitado estaban dedicados a Shiva o a Ganesh.

De Madurai a Thekkady

En viaje hasta Thekkady fue bastante largo, casi 4 horas. Hicimos una parada en una pequeña fábrica de figuras de Ganesh y otras deidades hechas en arcilla y papel maché. Entramos en «fila india», la casita donde estaba la fábrica era muy angosta, y estaba distribuida de manera que las habitaciones -bastante pequeñas- estaban una detrás de otra. Sólo estaba libre un espacio para que pasara una persona. Para seguir utilizando frases coloquiales, fue lo que mi mamá llamaría una “visita relámpago”, duró menos de 5 minutos, tiempo que tardamos en llegar hasta el fondo de la vivienda. Todos los espacios estaban ocupados por las figuras y las probabilidades de que, tratando de no pisar lo que no debíamos, alguien se cayera encima de alguna de las etapas del proceso eran altas. Así que dimos media vuelta sobre nuestros pies y de regreso al autobús.

Lo de «fila india» me dejó pensando. ¿Tendría esa expresión algo que ver con la India?

LO QUE APRENDI: Era una costumbre de los indígenas norteamericanos quienes caminaban en fila de uno para dejar una sola huella. De esta manera, sus enemigos, los soldados americanos, no podían saber cuántos eran en realidad. El propio ejército americano adoptó más tarde esta estrategia durante la guerra de Independencia (1775-1783). Después, la expresión se ha hecho universal. – Revista Muy Interesante

En este primer tramo del viaje, el sol insistió en acompañarnos muy de cerca… las cortinas escasamente nos protegían. De lado y lado todo el tiempo encontramos plantaciones de coco y luego plantaciones de plátano. 

Paramos en un pueblo a mitad de camino. Necesitábamos estirar las piernas y tomar algo. Nos ofrecieron té, pero lo preparaban con mucha azúcar y leche y no lo acepté. Sekar muy atento, sabía que lo mío era el café y me ordenó uno. Mientras apareció mi café que resultó gigante, súper extrafuerte, estuve conversando con Mallika. Le estuve preguntando sobre un pequeño altar que estaba en una esquina del restaurante y de alguna manera la conversación incorporó a San Antonio. Mallika me comentó, que cerca de su casa había una iglesia de San Antonio y que ella era visitante asidua. Mallika es hindú de religión. San Antonio es una cosa seria..

El Dothi.

De regreso en la carretera, muchos de los hombres que veía por el camino llevaban, en lugar de pantalón el dothi, una tela enrollada en la cintura. En este caso no le hacían la última vuelta que lo convierte en una especie de pantalón; lo que estos hombres llevaban era una falda. En algunos la tela era más angosta y sólo llegaba a las rodillas, otros llevaban una más ancha que llegaba a los pies. Era muy popular una tela de cuadros azules. Vi a varios ajustando la tela con mucha naturalidad en medio de la calle.

Íbamos avanzando por un valle amplio, con siembras en distintas etapas. Con frecuencia encontrábamos grandes grupos de trinitarias (buganvilias) de todos los colores. En un cierto momento del largo viaje vinieron a mi mente los rostros, las sonrisas de la gente, -especialmente las de los niños- en los distintos lugares que había visitado. Recordándolos sonreía yo también y se me ocurrió que era buena idea traer con frecuencia -a mi mente y a mi corazón- esa emoción y mejor aún, compartirla. La convertí en un deseo y lo anoté en mi libreta.

“Que hoy pueda brindar una sonrisa de niño hindú a quien lo necesite”

En la última hora del trayecto empezamos a subir la montaña y el paisaje y la vegetación cambiaron completamente. El toque de corneta era constante y en esta zona se justificaba porque las curvas eran impresionantes y la carretera muy angosta. Una vez mas nuestro chofer demostró su maestría

Kerala

En algún lugar de la carretera entramos en Kerala, el otro estado que visitaríamos en este tour. Con respecto a este estado Ragú nos compartió algunos datos. 

En Kerala se habla malayalam, y es un estado con una vegetación exuberante . Esto se debe al microclima que se forma al estar del otro lado de las montañas lo cual asegura mucha lluvia. El color de la piel de la gente en Kerala es más claro que en Tamil Nadú. 

Roger también nos habló sobre Kerala. De acuerdo con la leyenda, -me encantan las leyendas de los dioses hindúes- Lord Vishnu estaba parado en lo que es ahora la punta mas al sur de la India y lanzó su arma a través del mar. El mar se retiró hasta donde había caído la lanza y Kerala nació.

Kerala tiene estadísticas muy interesantes, es el estado con la menor rata de mortalidad infantil y con la mayor rata de alfabetización en la India. Aparentemente, la gente de Kerala es la más amistosa, contenta y relajada del país y se considera a Kerala como la cuna del Ayurveda. 

Thekkady

Finalmente llegamos a Thekkady, una ciudad pequeña metida en las montañas. Se veía mucha actividad, mucha gente en la calle. Muchos negocios tenían carteles ofreciendo tratamientos ayurvédicos. Estábamos especialmente entusiasmadas con la idea de este lugar porque según el programa del tour allí empezábamos a tener tiempo para disfrutar de esos tratamientos. Moría por un masaje. 

Llegamos al Cardamon County y una vez mas fuimos recibidas con flores y bendiciones. Me estaba mal acostumbrando. 

Estuvimos un rato en la recepción mientras nos daban la bienvenida y nos explicaban de las facilidades del hotel. Tan pronto como pudimos hicimos las reservaciones para los tratamientos ayurvédicos. A mi me tocó para el día siguiente, al final de la tarde. Con nuestras llaves en la mano nos dirigimos a las habitaciones las cuales eran pequeñas cabañas distribuidas en una colina.

Al fondo las cabañas. Cardamon County. Thekkady, Kerala

Mi habitación resultó muy agradable, se entraba a través de una pequeña terraza que daba hacia la piscina y los jardines. El verdor era impresionante y la temperatura muy agradable. Antes de cenar teníamos suficiente tiempo para refrescarnos; menos mal, el día había sido largo. 

Antes de cenar nos reunimos a meditar en un salón al extremo de uno de los muchos caminos que bordeaban la colina. Fue una meditación muy agradable, que al final estuvo acompañada por la música, fuegos artificiales y ruidos propios del inicio de una fiesta en un lugar aparentemente muy cercano.  

La cena nos esperaba y encontramos un buffet variado pero mucho más pequeño que el que habíamos disfrutado en Madurai. En este buffet había una sopa de calabaza que estaba deliciosa, y fue muy bien recibida por todas, estaba haciendo frío.

A la entrada del restaurante

Un rato antes, cuando estábamos en la recepción, nos habían informado que después de la cena había un espectáculo de danza típica. Terminamos de cenar y escaleras arriba nos dirigimos al salón para disfrutar del espectáculo.

Bharatanatyam

Llegamos al salón y a los pocos minutos llegaron los artistas. Se trataba de una pareja de jóvenes que llevaban unos trajes muy bellos y llenos de color y unas tobilleras con varias hileras de cascabeles. La joven nos explicó que el primer número se trataba de una danza que contaba una de las tantas leyendas que rodean la figura de Shiva

Loa artistas se presentan. Cardamon County. Kerala. India

Esta primera danza la hicieron juntos. El movimiento de las manos era impresionante, en verdad relataban una historia, expresaban emociones, hablaban. En varias ocasiones, el movimiento de las manos era tan delicado, tan ligero y rápido que parecían aves que volaban por el escenario. Realmente hermoso. 

El movimiento de los pies -descalzos por supuesto- ayudaba a marcar el ritmo muy agradable que tenía la música. Pienso que era una historia alegre porque la música lo era y los gestos de los bailarines así lo expresaban. Nunca me he interesado mucho por aprender sobre mudas, y en ese momento lo lamentaba; hubiera sido maravilloso saber sobre mudras y otros aspectos de esta riquísima cultura para realmente ENTENDER lo que estaban relatando.  

La pose de Shiva Danzante.

La joven bailó sola en el segundo número. En ese relato su rostro, sus manos y sus pies realizaron un trabajo hermoso. Fue una historia larga y movida que incluyó un baile sobre un plato de cobre. El tercer número de la noche estuvo a cargo del joven y definitivamente representaba a Nataraja, Shiva danzante. El equilibrio, la delicadeza y precisión con la que reproducía las poses eran increíbles. Al terminar nos brindaron la oportunidad de tomarnos fotos con ellos, oportunidad que por supuesto aproveché. 

Con los artistas al final del espectáculo. Cardamon County. Thekkady. Kerala

Me encantó el baile y estuve investigando un poco sobre el

LO QUE APRENDI: Esta danza se llama Bharatanatyames una danza clásica que se originó hace miles de años. Representa temas religiosos e ideas espirituales y por siglos se realizó exclusivamente en los templos. Muchas de las esculturas de Shiva en los templos mas antiguos lo representan en poses de danza correspondientes de Bharatanatyam.

La fundación teórica del Bharatanatyam se encuentra en un texto muy antiguo – más de 2.300 años – conocido como Natya Shastra, el texto hindú de las artes escénicas. En ese texto se describen las teorías de la danza, las expresiones, gestos, técnicas de actuación, pasos básicos, posturas parados, todo lo cual forma parte de la danza clásica hindú. Según este texto antiguo, la danza y las artes escénicas son una forma de expresión de la ideas espirituales, las virtudes y la esencia de las escrituras.   

Las paredes del gopura este del Templo Chidambaram en Tamil Nadú muestran las 108 posiciones de Bharatanatyam que aparecen en el Natya Shastra. Crédito de foto Sarah Welch

Con la llegada de la East India Company en el siglo XVIII, y el dominio británico de la India en el siglo XIX, muchas formas de la danza clásica hindú fueron ridiculizadas y esta forma de arte declinó. Los misioneros cristianos y los oficiales británicos argumentaron que las danzas hindúes eran evidencia de “una tradición de prostitución, cultura erótica degradada, esclavitud a ídolos y sacerdotes», y exigieron que se prohibiera para lo cual en 1892 lanzaron el “Movimiento Anti-baile”. Tuvieron éxito y en 1910 la Presidencia de Madras, dependiente del Imperio Británico prohibió las danzas en los templos y con esto la tradición Bharatanatyam dentro de los mismos

La prohibición produjo grandes protestas en contra de los estereotipos y la deshumanización de los bailarines de los templos. Quienes alzaron su voz en contra de lo que consideraban un abuso y una demostración de ignorancia y discriminación, fueron encarcelados acusados de nacionalistas. En este periodo revuelto, Bharatanatyam no solo no desapareció sino que salió de los templos y revivió como danza convencional. Posteriormente, a mediados del siglo XX, este tipo de danza fue reintroducido en los templos, especialmente en Tamil Nadú.

Pose típica de Bharatanatyam

Los trajes que se usan para el Bharatanatyam se asemejan a los trajes de novias de Tamil Nadú. Son especies de sari pegados al cuerpo, realizados en colores brillantes y cálidos, adornados con espejos. Llevan una tela plisada que cae en la parte delantera del vestido y se abre como un abanico cada vez que la bailarina dobla las piernas o realiza los distintos pasos.

Había tomado unos cuantos videos de las danzas y he disfrutado mucho viéndolos con detenimiento después de tener más información sobre este hermoso y difícil arte. Me he fijado por ejemplo, que al bailar el torso está fijo, las piernas se doblan continuamente y el trabajo de los pies es impresionante. Durante la presentación, el movimiento de las manos había capturado toda mi atención y no le había dado mucha importancia a lo que hacían los pies.

Otra cosa que reconocí viendo los videos fue un vocabulario muy sofisticado que involucraba un lenguaje de señas en el que participaban manos, ojos y expresiones faciales. Eso unido al trabajo de los pies, a la música, al ritmo, al cantante y al vestuario definitivamente tenía un poder de comunicación muy poderoso. 

Encontré esta cita que me resulta muy interesante porque habla una vez mas de la riqueza espiritual de la cultura de la India, donde cada imagen, cada gesto, cada acción tiene un fondo y un propósito espiritual 

“Bharata Natyam es un arte que consagra el cuerpo (…)

La bailarina, que disuelve su identidad en ritmo y música, hace de su cuerpo un instrumento, -al menos durante el baile-, para la experiencia y expresión del espíritu”

T Balasaraswati

Terminó el espectáculo y después de la sesión de fotos nos retiramos a dormir. El programa del día siguiente era algo totalmente diferente a lo que habíamos estado haciendo hasta ahora. Se habían acabado los templos, los ashrams, los rituales; ahora íbamos al encuentro de las bellezas naturales.

Ragú se había despedido de nosotros cuando llegamos a Thekkady . Su especialidad era Tamil Nadú y ahora nos encontrábamos en Kerala. Lo iba a extrañar, realmente había disfrutado mucho escuchando todo lo que nos compartía;  nuestro guía había resultado una fuente inagotable de leyendas y detalles sobre lo que había detrás de cada lugar, figura, forma o ritual que habíamos visitado o presenciado. 

Todas esas historias y explicaciones no sólo me ayudaban a disfrutar mas de cosas totalmente nuevas para mi, sino que eran alimento fantástico para la imaginación. 

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