Homam y Arunachala, Montaña Sagrada

India. 12 de febrero 2020. Post 6

Amanecimos muy entusiasmadas porque en el hotel se iba llevar a cabo, especialmente para nuestro grupo, un Homam, o ceremonia del fuego . De mas está decir que no tenía idea de lo que iba a presenciar. Lo más cercano que había estado a una ceremonia con fuego había sido en el cierre de los retiros en silencio del Centro Chopra, Silent Awakenings y en el maravilloso taller del Dr David Simon, Free to Love, Free to Heal que hice en 2010.

Ceremonia del Fuego

Cuando llegamos a las 6 y media de la mañanael sacerdote estaba terminando de construir el altar y organizando las ofrendas para la ceremonia. Ese espacio, donde posteriormente nos sentamos todos, es el mandapa. El lugar de la fogata, llamado vedi, se construye para cada ocasión y se destruye al final de la ceremonia. Se hace con ladrillos de arcilla roja. Antes de iniciar la ceremonia el sacerdote consagró tanto el vedi como el mandapa recitando mantras, creando así un espacio sagrado. 

LO QUE APRENDIHomam es una ritual en donde se hacen ofrendas al fuego. El fuego es el agente y las ofrendas son de naturaleza material y simbólica como granos, ghee, leche, incienso y semillas.

Junto al lugar para la fogata,  había un recipiente de cobre, tipo florero, en el cual colocaron arroz y luego agua.  Lo adornaron con hojas, le colocaron un coco encima, tapando el recipiente y remataron el arreglo con una guirnalda de flores. Al lado había una bandeja redonda con frutas, naranjas, granadas, manzanas, cambures (banano). También habían varios recipientes pequeños de bronce en los cuales estaban distintos elementos para la ceremonia como cenizas, y pastas de sándalo y bermellón.

El sacerdote invitó a Roger a sentarse junto con él muy cerca del vedi. Hubo unos instantes de dedicación de la ceremonia. Nosotras nos sentamos alrededor sobre tapetes de colores. Mallika también estaba cerca para ayudar a traducir y explicar. Mallika sabe mucho y es una maravilla explicando. Durante unos minutos hubo pequeños ritos entre ellos y en un cierto momento se le unió otro sacerdote. 

Desde que empezó y hasta que terminó la ceremonia el sacerdote estuvo repitiendo cantos y mantras. Todo lo hacía con mucho cuidado y según veía yo, buscando armonía y simetría. 

Cuando llegó el momento de preparar el vedi, el sacerdote verificó y corrigió la posición de los bloques. Trazó de manera perfecta -dejando caer entre sus dedos el polvo blanco de la ceniza- líneas paralelas en los extremos de la parte superior de cada bloque, Utilizando la misma técnica rellenó el espacio entre las líneas blancas con polvo de sándalo. Trabajando siempre en el sentido de las agujas del reloj, vertió una cantidad más grande de ceniza en el centro de cada ladrillo y con los dedos la transformó en una flor. A cada flor le dibujó un centro, primero con polvo de sándalo (amarillo) y luego uno más pequeño con bermellón (rojo). Finalmente colocó flores y ramas sobre cada ladrillo. Siempre cantando, siempre con atención y mucho cuidado.

Una vez preparado el contenedor de la fogata procedió a preparar el material para el fuego. Al fondo puso ramas y luego, con el mismo cuidado de antes, fue colocando especie de rejillas de palitos. Cada capa perpendicular a la anterior, con cuidado, con delicadeza, cantando.

A continuación, encendió un fuego en un recipiente pequeño, hubo cantos y finalmente llevó el fuego al vedi. Poco a poco subió una llama hermosa y entonces, de manera coordinada, los dos sacerdotes procedieron a hacer las ofrendas intercalando semillas y rociando el fuego con la pasta de sándalo, utilizando para eso una hoja larga a la que previamente le dio forma. 

En un momento de la ceremonia, el sacerdote más joven pasó alrededor ofreciéndonos sucesivamente cenizas, sándalo y bermellón para que lo colocáramos en la frente. La ceniza se toma con el dedo anular. 

LO QUE APRENDI: Marcar la frente de alguien con una pasta o polvo es un ritual hindú llamado Tiaka. La tiaka se aplica en ceremonias religiosas o por motivos espirituales, también para honrar a una persona o evento. Pueden usarse distintos elementos. La ceniza sagrada (vibhuti) proviene de la madera seca quemada en el fuego de los sacrificios. La pasta roja es bermellón y está hecha de sulfato de mercurio. También se utiliza pasta de sándalo, la pasta amarilla. La ceniza sagrada puede usarse en un punto o una ralla. Los devotos de Shiva llevan una raya triple en la frente 

Cecilia presenta su intención

Una vez los sacerdotes terminaron con su rito, y con la llama aun ardiendo, fuimos invitadas a llamar una intención a nuestro corazón y a colocar una ramita en el fuego, con eso en mente. Esto me hizo recordar las ceremonias con fuego que mencioné al principio. En Free to Love escribimos en un papel de arroz una o varias intenciones, lo tuvimos en la mano cargándolo con la energía de la intención y luego, al estar frente a la hoguera que habían hecho en la playa, cada persona arrojó al fuego el pequeño papel, acompañándolo nuevamente con el deseo. En Silent Awakenings, arrojamos unas semillas y el resto de los asistentes nos acompañan repitiendo un mantra en el momento de presentar la intención. Esos momentos siempre me han resultado muy poderosos.

El grupo caminando hacia la ceremonia .
Silent Awakenings 2018,
Asilomar, California

NUNCA LO HABÍA PENSADO… Ragú, nuestro guía, me explicó que el fuego es el elemento para los rituales porque el fuego es el único elemento que asciende. Otra observación, el fuego es el único elemento que no puede ser alterado o contaminado por las cosas que purifica. El fuego consume la parte material mientras que lo sutil de la ofrenda, la intención, asciende hacia los dioses. De esta manera el fuego, agni, actúa como el mensajero.

La ceremonia terminó y los sacerdotes recogieron todos los elementos del ceremonial. Meditamos en una patio cercano, desayunamos delicioso y nos preparamos para el ascenso a la montaña sagrada. 

Ascenso a Arunachala

Salimos rumbo al Ashram de Sri Ramana. Allí queda, según dicen, la entrada al camino más agradable para ascender la montaña sagrada, Arunachala. 

Después de mucho pensarlo decidí no subir con el grupo, me quedé en el ashram. No quería mis rodillas se resintieran por el efecto de la bajada de la montaña, estaba apenas empezando el viaje. Ya había tenido una mala experiencia cuando visité Teotihuacán en diciembre de 2014. En esa oportunidad estaba tranquila, subiendo y bajando escaleras de los templos y pirámides. Un par de horas más tarde, las rodillas se negaron a seguir bajando, el dolor era intenso y no me quedó más remedio que volverme una experta bajando sentada.

No fue fácil el descenso de esa manera, las proporciones de los escalones de esas edificaciones no tienen nada que ver con lo que estamos acostumbrados hoy en día. Milagrosamente el pantalón sobrevivió, pero se me fastidiaron un poco las vacaciones. Desde entonces he regresado 3 veces a Teotihuacán pero mis visitas han sido en globo, una experiencia fantástica, lo recomiendo, -de uno de esos vuelos es la foto de la página de inicio de este blog- 

Volviendo a la India, los que iban a subir la montaña se llevaron sus zapatos y se despidieron. Yo había decidido pasar esas dos horas en el ashram, conociendo y meditando y por consiguiente dejé mis zapatos a la entrada.

Como era de esperarse, al poco rato me picó la curiosidad, después de todo era la montaña sagrada. Poco a poco me fui acercando a la entrada del camino que lleva a la parte alta de la montaña. 

Entrada al camino que lleva ala cueva Virupaksha, donde vivió Ramana
Tiruvannamalai, Tamil Nadu

Como había decidido quedarme en el ashram estaba descalza, eso me hacía dudar, pero de todas formas avancé, pasé la entrada y caminé un poco. Me di cuenta de que desde allí, realmente no podía ver nada y decidí subir, otro poquito.

Lo primero que encontré fue una escena un tanto contradictoria, un pavo real en medio de una cantidad de basura. El pavo real es originario de India, el ave nacional y en Tamil Nadú se lo encuentra con frecuencia. Mas adelante había un aviso pidiendo colaboración para recoger la basura y llevarla fuera de la montaña. El mensaje terminaba con esta frase:

«Las manos que ayudan son más santas que los labios que oran» Om Nama Shivaya.

Me detuve a leer un gran aviso del Annamalai Reforestation Society. En el explican que hasta 1988 la montaña estaba totalmente desprovista de vegetación. Ha sido gracias a un gran esfuerzo de plantar y replantar árboles, apagar incendios, crear cortafuegos y crear consciencia en visitantes y habitantes de Tiruvannamalai, que se ha podido recuperar. Puedo dar fe de que los animales y el bosque regresaron. 

La subida hacia el tope de Arunachala

Terminé subiendo un pequeño tramo, no era muy empinado y la superficie era muy suave, resultaba agradable a mis pies descalzos. Al menos en esa parte, eran grandes piedras lisas. De vez en cuando me pasaba algún peregrino, algunos con sus botas muy profesionales y otros descalzos. Me detuve a observar la vegetación con doble intención, porque estaba pendiente por si aparecía algún mono. Ya nos habían dicho que andaban por allí.

Me senté un buen rato en una piedra al borde del camino para darme tiempo a internalizar lo que hasta el momento sabía sobre la montaña, para darme tiempo a tomar consciencia del tipo de lugar que era esa pequeña elevación. Lo que sentí fue mucha serenidad y un inmenso agradecimiento.

La energía en la montaña es tan especial que me sentí lo suficientemente segura como para cerrar los ojos y me dispuse a disfrutar unos minutos de silencio, Enseguida empezaron a hacerse notar los sonidos que me rodeaban y que hasta el momento no había notado. Me di cuenta de que habían diferentes tipos de pájaros cantando. También me llegaron sonidos apagados de la ciudad más abajo, de suaves conversaciones cercanas, de la brisa pasando entre las ramas de los árboles. Logré cambiar mi atención al silencio entre los sonidos y disfruté de unos maravillosos momentos de quietud. Así estuve un rato, menos de lo que hubiera querido y hubiera podido; de repente me acordé de los monos. 

Ganesh, muy cómodo, leyendo los Vedas. Lo acompaña Buddha.

Creo que, en total, sin contar las paradas, subí durante 15 minutos y casi al final de mi corto ascenso me encontré unos vendedores de piedras talladas. Tenían unas imágenes de Ganesh muy simpáticas, le compré uno a Laura y otro para mi, un Ganesh leyendo los Vedas. Me encantó desde que lo vi, lo tengo enfrente en mi escritorio junto a un buddha muy lindo que me trajo Laura de Tailandia.

También compré lo que, según la explicación del vendedor, es una bola de meditación. No tiene nada que ver con las bolas chinas para el estrés, esas de metal y con sonido que estuvieron muy de moda hace años. Esta es obviamente un invento del artista. Se trata de una piedra tallada en forma esférica y me llamó la atención porque está llena de símbolos, me pareció interesante y agradable al tacto. 

Bola de Meditación

La bola tiene 3 figuras y el tallador me explicó un poco su significado: en un cara está Ganesh quien remueve los obstáculos; en la otra Shiva quien entre muchas cosas activa los chakras y apoya en la meditación y finalmente Shakti quien da poder. En la parte superior hay tres elefantes unidos unos a otros simbolizando que el alma nunca muere y en la parte inferior hay una flor que representa lo sagrado.  Pensé que, más allá de que estéticamente me llamara la atención el objeto, las energías detrás de las representaciones eran todas positivas y bienvenidas en una meditación.

Ya de regreso bajé poco a poco, sin ningún problema o consecuencia y disfruté del tiempo que me quedaba, hasta que bajara el resto del grupo, meditando en el templo grande. El salón pequeño estaba repleto. Mientras bajaba me encontré con otro pavo real y me di cuenta de los escalones que están tallados en ciertas zonas del camino.

Muy puntuales todas nos reencontramos en el lugar acordado a la hora indicada. Recuperé mis zapatos y nos fuimos al hotel, era hora de almorzar. Todo el mundo tenía muchas cosas que contar.

Apenas era mediodía y ya habíamos tenido dos experiencias únicas, muy diferentes una de otra y muy diferentes a cualquier cosa que hubiera hecho o vivido antes. Me sentía llena de agradecimiento y al mismo tiempo con una curiosidad inmensa por saber mas sobre la parte de la montaña sagrada que no había explorado.

Los comentarios de mis compañeras y lo que experimentamos en la tarde con la visita al templo Arunachalesvara los cuento en el próximo blog.

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