India. Thanjavur y Madurai. 16 de febrero de 2020. Post 17
Acabábamos de visitar un lugar extraordinario, el Templo Brihadishwara. Yo estaba impresionada con las dimensiones y la belleza del lugar y con las historias que nos habían contado. Sobre todo estaba feliz por la oportunidad de compartir el espacio con tantos hindúes, en un lugar muy especial e importante para ellos y en lo que, para ventaja de nosotros como visitantes, también era una fecha importante.
He tenido la fortuna de que, sin programarlo y sin saberlo, en distintos viajes he llegado a lugares en momentos de fiestas y celebraciones. Me pasó en la luna de miel en Siena. No habíamos conseguido hotel en la ciudad y estábamos a unos cuantos kilómetros en un pueblo más pequeño. Cuando fuimos a conocer Siena, nos enteramos de que habíamos llegado justo para los ensayos del Palio. Poco a poco nos fuimos enterando de qué se trataba, y fuimos testigos de un evento espectacular, único, cuyas entradas se agotan con meses de anticipación.
También había sido buena fortuna visitar el templo Brihadishwara cuando la atmósfera era de celebración serena, de alegría y emoción por parte de los devotos. Era obvio que estaban felices de estar presentes en ese lugar, en ese momento. Me llena de agradecimiento haber podido presenciarlo.
Una vez fuera del templo, caminamos rápidamente sorteando vendedores y fieles que iban en sentido contrario al nuestro. Regresamos al hotel y allí se quedó la mitad del grupo; el resto nos fuimos a visitar la Biblioteca y Museo Sarasvati en el Palacio Real de Thanjavur. Esta visita había surgido en la mañana como algo extra, opcional. La mención de la palabra biblioteca ejercía una gran atracción sobre mi.
Biblioteca y Museo Sarasvati
El trayecto hasta el Palacio Real no fue muy largo. Entramos a la zona del Palacio y nos dirigimos hacia la biblioteca. En el camino nos encontramos varios vendedores y paramos a revisar las malas que llevaba uno de ellos en el brazo. No había tiempo para negociar, seguimos hacia la biblioteca. Quizás a la salida…
Llegamos a la biblioteca junto con un grupo de escolares. Esperamos pocos minutos e ingresamos. Ya nos habían advertido que no estaba permitida la fotografía dentro de la biblioteca.
En el pasillo de entrada al salón que íbamos a visitar, había una pancarta con una cantidad de símbolos. Muy entusiasmado Ragú empezó a explicarnos lo que estaba representado allí. Era la evolución de las letras en el idioma tamil. Resultaba a la vez interesante y complicado lo que trataba de explicarnos.
LO QUE APRENDI: El tamil es uno de los lenguajes clásicos de mayor supervivencia. La literatura en tamil ha sido documentada y data de hace 2.000 años. Según recuerdo de la explicación de Ragú, el tamil tiene 12 vocales, llamadas “letras del alma” y 18 consonantes llamadas “letras del cuerpo”. Estas 30 letras, combinadas con otras letras da un total de 245. No debe ser fácil.
Ragú estaba realmente entusiasmado explicando y reproduciendo los sonidos de las letras. Era muy complicado, sobre todo la parte reconocer la diferencia de los sonidos… Después de unos minutos Roger decidió que debíamos entrar a la exhibición.
Museo Sarasvati
Realmente no visitamos la biblioteca, sólo visitamos un salón de exhibición, un pequeño museo. Allí vimos manuscritos, libros y obras de arte muy interesantes. Había una vitrina con manuscritos escritos en hojas de palma. Nos explicó Ragú que estaban escritos en Grantha Script (un tipo de escritura) para que muy pocas personas pudieran entenderlos.
LO QUE APRENDI: Esta biblioteca es una de las más viejas de Asia y fue establecida en el siglo XVI por la dinastía Nayaka. Tiene en exhibición una colección única de manuscritos en tamil y sanscrito y otros idiomas de la India, escritos sobre hojas de palma y papel. Hay más de 7.000 hojas y la biblioteca cuenta con 80.000 volúmenes. Desde su fundación y a lo largo de los años, las distintas dinastías que tuvieron Thanjavur y la biblioteca bajo su mando, se preocuparon de seguir enriqueciéndola.
Serfoji II Bhonsle, fue el último gobernante de la dinastía Bhonsle. Fue él quien enriqueció la biblioteca con obras invaluables tanto libros como obras de arte y mapas. Era un hombre muy culto, hablaba 10 idiomas, era un bibliófilo y amante del arte y la música. Los británicos lo ayudaron a mantener su posición y lo nombraron cónsul, por supuesto a cambio de compartir el poder. Durante el tiempo que gobernó, enriqueció la biblioteca con todo tipo de libros y manuscritos. Envió muchos estudiosos a todas partes del mundo para coleccionar grandes cantidades de libros y manuscritos para la biblioteca. Todos los libros en la biblioteca tienen su autógrafo personal en inglés.
La Enciclopædia Británica, en su encuesta de bibliotecas, la menciona como “Quizás la biblioteca más notable de la India”. Hoy en día la biblioteca está abierta al público.
Pasamos un buen rato deleitándonos con la variedad de objetos que ofrecía el museo. Luego pasamos a un salón donde estaban presentando un video con información sobre la biblioteca y pronto fue la hora de regresar al hotel.
Cuando veníamos hacia el Palacio Real, Elvira había avistado una tienda donde vendían una muñequita que quería comprar. La tienda estaba justo enfrente de donde estaba estacionado el autobús. Pedimos 5 minutos y corrimos a la tienda.

Elvira consiguió lo que buscaba y yo encontré lo que no buscaba. En la tienda, colgados de las paredes había unos cuadritos pequeños pintados de manera muy delicada que representaban deidades. Viéndolos de cerca me di cuenta de que estaban pintados sobre vidrio y tenían unos punticos o piedritas muy pequeñas que brillaban. Me fui enamorando de uno, y de otro… Terminé comprando 3 versiones de Ganesh y uno muy tierno de Shiva con su mamá.
Roger y Ragú nos habían seguido a la tienda y nos estaban ayudando a reconocer los personajes y el significado de las imágenes. Estábamos tardando mas de 5 minutos y las compañeras que nos esperaban en el autobús decidieron acercarse a la tienda. Por supuesto no fui yo la única que se encantó con los cuadritos.
LO QUE APRENDI: A lo largo de los siglos y a través de las distintas dinastías que rigieron estas tierras, la pintura fue un arte muy apreciado. Una muestra son los murales en el Templo Brihadishwara, que había visto más temprano en la mañana. El estilo de hacerlo utilizando la técnica china de pintura de vidrio inverso, se le acredita a Serfoji II, el mismo que enriqueció la biblioteca que acababa de visitar.
Felices con nuestras compras regresamos al hotel, se acercaba la hora de almorzar. Cuando llegamos todavía era temprano y nos quedamos conversando frente a la piscina. Una joven estaba refrescando los arreglos de flores que adornaban los distintos espacios. Allí me quedé encantaba observando la delicadeza y el arte con que lo hacía. Mientras tanto Sesha descansaba frente a la piscina.
Almuerzo en Hotel Svatma
Pasamos a almorzar y busqué en el restaurant Aaharam la reproducción de los murales que había visto en el templo. Allí estaba, una imagen con fondo sepia con dos personajes. Me encantaba.

Nos sentamos y recibimos el menú. Nos dijeron que se trataba de una comida especial. Primero nos trajeron una sopa dulce de lentejas. Se tomaba caliente, las lentejas estaban medio enteras y tenía trozos de merey. Me gustó mucho.

Después de la sopa, según el menú, íbamos a tener Thali. Estaba curiosa por la larga lista de platos que aparecían debajo de ese nombre y en la que abundaban palabras que no reconocía. Cada una de nosotras recibió una hermosa bandeja redonda de bronce, cubierta interiormente por una hoja, me imagino que de plátano. En el centro había un recipiente con arroz blanco el cual estaba rodeado por 8 recipientes más pequeños, cada uno con una preparación diferente. Había también en la bandeja 5 acompañantes mas, entre ellos papas fritas. Adicionalmente, tenía frente a mi un par de lo que creí eran salsas que podía agregar a la comida.

LO QUE APRENDI: Thali es una cómoda típica de la India que consiste en varios platos pequeños, vegetarianos o no, acompañados de arroz, pan y otras acompañantes.
En un primer momento me quedé paralizada, no sabía cómo tenía que proceder. Veía la larga lista en el menú y trataba de reconocer lo que estaba delante de mi, por supuesto sin ningún éxito. Nuestro mesero captó enseguida mi confusión y con una mezcla de amabilidad, paciencia y orgullo se dedicó a guiarme en esta aventura gastronómica.

La primera indicación, servirme el arroz directamente en la hoja y agregarle un poquito de los dos recipientes que tenía enfrente. Uno era un polvo y el otro era ghee. Me preguntó Muthu, el mesero, si quería comer ese plato de la manera correcta. ¡Por supuesto! exclamé y él muy entusiasmado me dijo,” Tienes que comerlo con la mano”. Con el mismo entusiasmo acepté la sugerencia.

Probé esta primera combinación, y me resultó muy agradable. De allí en adelante lo que debía hacer era ir agregando al arroz, porciones de lo que contenían los distintos platicos. Fui preguntando qué era lo que estaba comiendo y Muthu me fue explicando.
El primer recipiente de la izquierda en la foto, era Chow Chow Kootu, un guiso de lenteja con chayota típico de Tamil Nadu. Le seguía unas batatas muy condimentadas, muy ricas. También estaba el arroz con limón y varios guisos entre ellos Mysore Rasam, otro plato con lentejas como base, esta vez transformado con tomates, jugo de tamarindo, hojas de curry, cúrcuma y un sin fin de especies. Era dulce y estaba delicioso.
Disfrute mucho una fritura hecha con harina de garbanzo y cebolla y lo que se ve encima del arroz, el Appalam, que es una fritura, extremadamente ligera, muy sabrosa, adictiva, hecha con distintos tipos de harina condimentada. Yo lo bauticé “chicharrón vegetariano”.
El almuerzo fue una celebración de la comida de Thanjavur. Estábamos sentadas en dos mesas largas y compartíamos descubrimientos y recomendaciones. Muchas hicimos caso a Muthu y comimos con las manos, otras no abandonaron los cubiertos.

El postre, con un nombre muy bonito, Kasi Halwa, era el muy conocido Dulce de Cabello de Ángel en almíbar de azúcar. Antes de irme pedí conocer al chef. Esperé sólo instantes, una de las características de este restaurante es que la cocina se ve desde las mesas. Durei apareció sonriente. Le agradecí y me retraté con él y con Muthu, mi guía en la experiencia Thali.


Subimos a las habitaciones para entregar las maletas. Esa tarde salíamos rumbo a Madurai. Mientras esperábamos en el lobby al aire libre, una de las señoritas que nos habían recibido el día anterior con brazaletes de jazmín, se acercó a cada una de nosotras con una bandejita que tenía una llama y el polvo rojo para despedirnos con una bendición. A cada una le colocó un punto rojo en la frente.
Una vez mas abordamos el autobús, salimos de Thanjavur y en algún momento tomamos la autopista nacional. Empezaron a aparecer montañas, no las habíamos visto desde que habíamos llegado. A lado y lado de la autopista, palmas de muchos tipos. Hicimos una breve parada en el camino.

Madurai
Cuando ya estamos cerca de Madurai, Ragú empezó a hablarnos de la ciudad y nos compartió muchos datos muy interesantes;
- Madurai es una de las ciudades más antiguas de la India, su historia se remonta al siglo VI antes de la era cristina. Es famosa por sus actividades culturales y académicas pero es más conocida por ser un centro de peregrinaje.
- Madurai está rodeada por 5 montañas en la cuales era muy común el árbol llamado Caramba. El aroma de este árbol le dio el nombre a la ciudad, Madurai en tamil significa “Dulce Aroma”.
- Buddha visitó Madurai con motivo de una festividad. De esta visita hay evidencia en la literatura en donde comentan que Buddha recibió visitas y regalos durante su estada en la ciudad.
- Mahatma Gandhi visitó Madurai 5 veces. Fue en 1921, en una de esas visitas, cuando decidió adoptar la manera de vestir que lo identificaría.
LO QUE APRENDI: Lo que llevó a Gandhi a adoptar esa manera de vestir fue una decisión política, enmarcada dentro de las distintas acciones del boicot por parte del movimiento independentista contra los británicos, Ese aspecto del boicot llamaba a usar las telas de telar, llamada khadi y desechar cualquier textil extranjero. Cuando surgieron quejas por el costo del khadi, Mahatma Gandhi animó a sus seguidores a que usaran la versión mas tosca de la tela y para dar el ejemplo a partir de ese momento usó sólo el dhoti. El dhoti es una larga pieza de khadi de 4 metros de longitud, que se enrolla a través de las piernas y alrededor de la cintura. Su aspecto final es el de una especie de taparrabo. Había un motivo adicional para la decisión de Gandhi, el dhoti era la única prenda de vestir que podían pagar los campesinos y Gandhi se propuso vivir una vida simple, austera, como la que vivían la mayoría de sus paisanos. Gandhi incluso empezó a tejer su propia tela.
Vandiyur Mariamman Teppakulam
Cuando estábamos entrando en la ciudad, Ragú llamó la atención hacia un gran estanque en medio del cual se levantaba una hermosa Mandapa. El nombre del estanque es Vandiyur Mariamman Teppakulam y es el más grande de Tamil Nadú. Se originó de las excavaciones realizadas para extraer material para los ladrillos que se utilizaron en la construcción del palacio Thirumalai Nayakkar Mahal. Está conectado con el río Vaigai a través de un complicado sistema de túneles.

Es considerado un estanque templo y es famoso por los festivales flotantes. Las celebraciones se realizan en febrero, en luna llena, lo que le brinda un colorido especial al agua. En esa festividad, los ídolos de la diosa Meenakshi y de su consorte Lord Sundareshwarar, las deidades del templo Meenakshi, -templo que visitaríamos al día siguiente-, son llevadas al estanque en botes de bambú muy adornados. De todas partes de la India vienen peregrinos para participar en la celebración.
Pasamos algunas iglesias y luego empezamos a subir una colina. El resort estaba ubicado en Pachamalai, una de las cinco montañas que rodeaban la ciudad. Para mi fue especialmente agradable transitar por una montaña, tenía meses que no lo hacía.
Taj Garden Retreat
Finalmente llegamos al hotel. Estábamos un poco cansadas, el viaje había sido largo. Cuando nos acercamos a la entrada del edificio, nos esperaba una bienvenida muy original. Mientras sonaba música de campanas y tambores, del segundo piso llovían sobre nuestras cabeza pétalos de flores. Un guardia nos protegía de la “lluvia” con un paraguas pequeño y muy elegante y una señorita, ataviada con un hermoso sari azul y dorado, nos esperaba al tope de las escaleras para recibirnos con una bendición en la forma de cenizas en nuestras frentes. ¡Qué bonito! Me encantó.
Lluvia de pétalos, música, bendición con cenizas
Entramos al área de la recepción en donde nos ofrecieron pañitos perfumados para refrescarnos y una bebida de bienvenida.
Nos dieron instrucciones generales sobre el resort y luego cada una recibió la llave de la habitación. Se trataba de una construcción de hace 100 años, ubicada en el tope de la montaña, lo que significó que cualquier movimiento implicaba el uso de escaleras, muchas.
Las habitaciones estaban más abajo que el edificio de recepción y hacia allá nos dirigimos. En el camino nos encontramos unos hermosos pavo reales que se dedicaron a ignorarnos.
Meditamos cerca de la piscina, en un lugar con una vista muy linda sobre la ciudad. Allí también tuvimos la compañía de los mosquitos. Rápidamente llegó la hora de cenar y cuando salimos de las habitaciones para dirigirnos al restaurante ya estaba oscureciendo. Las escaleras que nos estaban esperando resultaron un espectáculo gracias a la iluminación del lugar. Eso nos hizo olvidarnos un poco de los escalones que restaban.
Finalmente llegamos al restaurant y la variedad del buffet nos dejó impresionadas. Simplemente voy a compartir algunas fotos de parte del buffet
Falta la mesa de los postres que era inmensa.
Después de cenar tuvimos una maravillosa sobremesa. Teníamos tanto que comentar y compartir. Por un lado estaba la deliciosa cena que acabábamos de disfrutar. Era tal la variedad que era imposible probarlo todo, así que compartíamos experiencias y preferencias. También estaban los comentarios sobre los lugares que habíamos visitado y las expectativas para el día siguiente.
Una a una nos fuimos retirando a las habitaciones. Bajamos con cuidado, ayudándonos con las luces de los teléfonos. La iluminación de los jardines era interesante, dramática, pero no suficiente para caminar con seguridad.
Llegué a mi habitación y saqué de la maleta sólo lo que iba a usar al día siguiente. No valía la pena deshacer las maletas, teníamos que dejarlas listas temprano antes de salir. Me dormí tratando de imaginar el festival flotante del que me habían hablado.